Cómo invertir en bolsa con poco capital
Para comenzar a invertir en bolsa es muy recomendable comenzar poco a poco, sin urgencias y con el objetivo de ir ganando experiencia y formación. Para no poner en riesgo la salud financiera, lo mejor es empezar con pequeñas inversiones e incluso contar con la ayuda de un asesor financiero.
La inversión bursátil es un terreno complejo que requiere de numerosos ingredientes para aspirar a tener éxito. Antes de analizar cuáles son, conviene aclarar que cualquier pequeño ahorrador tiene las puertas abiertas para poder invertir en valores bursátiles. La Bolsa es un lugar en el que a diario confluyen desde los inversores más expertos y acaudalados hasta los más novatos y pequeños. Para todos ellos la Bolsa tiene las mismas reglas. Y todos tienen su espacio para poder operar en función de sus posibilidades y de los objetivos que se hayan marcado. Conviene aclarar que se puede comenzar a invertir desde el presupuesto más modesto, sin límite inferior.
El capital
Aunque la cantidad destinada a invertir sea modesta, hay que tener muy presente que no puede tratarse de un capital o dinero que se vaya a necesitar en un futuro cercano. Se recomienda no invertir en bolsa hasta no tener asegurada la cobertura de los gastos corrientes así como la dotación de un fondo de emergencia sobre imprevistos que pudieran surgir. Por tanto, el monto a invertir consistirá de una cantidad que, llegado el caso, podamos permitirnos perder sin causar ningún desequilibrio financiero, o tener la inversión durante un periodo largo.
Lo habitual es que el conocimiento bursátil de un inversor novato sea muy escaso. Debido a este aspecto, se recomienda una cierta inversión en formación específica antes de echar a andar. La inversión no tiene que ser económica, puede ser de tiempo: Internet es una excelente “universidad” para adquirir conocimientos, ver, oír y compartir experiencias, leer a los expertos, aprender en muchas webs formativas de carácter gratuito, etc. Las posibilidades para formarse a día de hoy son muy numerosas gracias a los cursos, tanto presenciales como 'online', que existen, a los libros y manuales publicados y a tanta información valiosa que se puede encontrar en internet.
Tanto si se invierte en una cierta formación previa como si no, algunos bancos con los que se vayan a realizar las operaciones pone a disposición del cliente profesionales expertos en materia bursátil que resultan de gran utilidad para salvar las dificultades del complejo mundo de la Bolsa. El tiempo y el dinero destinados a formarse dependerá de la intención y las posibilidades del futuro inversor, pero ya no hay barreras de acceso a una educación bursátil gratuita 'online' o presencial.
Los medios de comunicación ofrecen a diario análisis de los mercados por parte de expertos independientes que resultan de utilidad tanto para el seguimiento del día a día como para la propia formación. Esta información es un buen complemento a los consejos del gestor del banco.
Aspectos previos a tener en cuenta
Antes de ponerse manos a la obra hay que tener claros tres conceptos. Cuánto se quiere invertir, cuánto tiempo se está dispuesto a mantener la inversión y qué porcentaje de pérdida se está dispuesto a asumir, en el caso de que la inversión comenzara a torcerse.
Un aspecto determinante a la hora de invertir en Bolsa, y más aún si se comienza con pequeñas cantidades, es conocer el impacto que van a tener en la rentabilidad las comisiones asociadas a la inversión. Existen varios tipos de comisiones:
Comisiones de compra y venta
Tienen lugar cada vez que se compra o se vende un valor. Habitualmente suelen rondar entre un 0,20% y un 0,70% sobre el importe de la operación a realizar y depende del intermediario que se haya contratado. Son dos comisiones distintas las que se soportan en las operaciones de compraventa. Por una parte la que se lleva el 'broker' y por otra, la que le corresponde a la Bolsa donde se negocien los valores.
Comisiones de custodia de valores: son comisiones que cobra la entidad depositaria por el coste de mantener las acciones en cartera. Según la normativa, las comisiones se calculan sobre el valor efectivo de las acciones. Si el conjunto de los valores pertenece al mercado nacional las comisiones rondan el 20% con un mínimo anual de unos 12 euros y si son del mercado internacional, el porcentaje aumenta al 1% siendo el mínimo de unos 60 euros. No obstante, cada vez más esta comisión está vinculada al nivel de operativa, siendo gratuita en muchos casos cuando el inversor es activo comprando y vendiendo.
Comisiones por cobro de dividendos: cada vez que se cobra un dividendo por acciones, la entidad cobra una comisión de un porcentaje, con un mínimo que suele ser ligeramente superior a 1 euro y que varía según el 'broker'.
Comisiones por ampliaciones de capital: las comisiones en este caso son similares a las del apartado anterior.
Consejos sencillos de seguir
En las primeras inversiones con poco capital es importante hacer un cálculo aproximado de cómo se vería afectado el posible beneficio de una operación por las diferentes comisiones.
Es muy recomendable fijar de antemano una orden de control de pérdidas o 'stop loss', que genera una venta automática, si la cotización de la acción baja de un determinado nivel o precio, lo que nos permite cumplir nuestro objetivo de máxima pérdida asumible y evitar así sorpresas desagradables. Es aconsejable diversificar la cartera incorporando más de un valor, tanto para no correr un riesgo en único valor, como para no tener que quedarse inmóvil en un valor durante demasiado tiempo si éste baja. A mayor diversificación, mayor reparto del riesgo entre los valores.
Invertir con un horizonte temporal corto implica un mayor riesgo y suele llevar aparejado un comportamiento más agresivo por parte del inversor, por lo que es aconsejable que la inversión se realice a largo o, al menos, a medio plazo.
Por último, hay que dejar claro que en bolsa no conviene prestar atención alguna a los rumores puesto que su procedencia es dudosa y su contenido puede no tener nada que ver con la realidad de lo que vaya a suceder, con el enorme coste que eso puede producir.
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